La condensación se produce debido a un exceso de humedad ambiental en habitáculos con una deficiente ventilación y, especialmente, cuando tienen lugar cambios bruscos de temperatura. Es entonces cuando el vapor de agua del aire de una estancia, al entrar en contacto con una superficie fría, se condensa en forma de gotas de agua.
Este hecho es habitual en muchos hogares al tener encendida la calefacción en un día frío o, simplemente, al darnos una ducha caliente en un baño sin ventilación. La condensación también suele darse en piscinas cubiertas, saunas, spas, gimnasios, etc.
El agua que se deposita en las paredes muchas veces se convierte en foco de hongos, bacterias, algas y otros microorganismos, que además de ser poco estéticos pueden ser perjudiciales para la salud.